sábado, 26 de noviembre de 2011

La estación de ninguna parte

Salió de la estación con los dedos helados y la punta de la nariz roja. El frío fuera del tren era muy notable. Nadie la esperaba, realmente no tenía nadie que la esperara. Ni allí ni en ningún sitio. Cruzó la calle buscando entre los números de la casas el que le pertenecía a ella. Llamó a la puerta, esperando que alguien le abriera ya que de lo contrario se moriría de frío allí fuera. Odiaba el frío. Y odiaba el Sol. Lo que más le gustaban eran los días nublados de bochorno en lo que el Sol no quemaba su fina piel, pero no hacia frío. Se sentó hecha un ovilla en el suelo esperando la llegada de alguien a aquella casa.
- Vaya, has llegado tu antes que yo.
Se le erizaron los pelos al ver al chico que le hablaba, vestía una camiseta negra por debajo de una rota y unos pantalones agujereados, llevaba las orejas perforadas varias veces y una chupa negra. Se le entrecortó la respiración.
- Pretendía ir a buscarte a la estación, pero no he llegado a tiempo- continuaba hablando el chico - ¡Venga! ¿Que haces ahí sentada?
La chica se levantó de un brincó sobresaltada y asustada de la apariencia del chico.
- Mi nombre es Axel - dijo ofreciéndole su mano.
La chica aún algo asustada, pronunció su nombre mientras se refregaba sus manos para calentarlas.
- Mi nombre es Elke... - murmuró.

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